RELIGIÓN

RELIGIÓN

Los aymaras profesaban auténticamente una religión natural, basada en la realidad y en su vivencia permanente con el mundo telúrico y cósmico; adoraban a varios dioses, entre ellos al creador de todas las cosas llamado Pachaqamak, también a Wirakocha, según las circunstancias y necesidades que se les presentaba. Tributaban culto al Sol, porque como pastores y agricultores recibían del él beneficios; a la Luna y con mayor énfasis a la Pachamama, considerada la madre tierra que les cobijaba. En su conciencia, que cada vez reafirma la condición mítica del cosmos y el mundo, también divinizaban a los fenómenos de la naturaleza como la lluvia, el viento, el granizo, la nevada, las montañas, los lagos, ríos, ect. Eran protegidos principalmente por los mallkus, Pucaras, achachilas, cumbreras, markaqollus y otros.

El templo dedicado al Sol era el intikarka, que quiere decir “peña del Sol”, construido en la isla más grande del lago Titicaca. Tenían sacerdotes llamados Ichuris, que no eran precisamente para celebrar actos religiosos, sino más para cumplir los rituales costumbristas. Los adivinos se llamaban Yatiris, que miraban en coca, alcohol y en la orina, y hasta hoy perduran estas costumbres y los más diestros y entendidos se llaman Wayt’iris, quienes mediante un ritual misterioso traen a los espíritus de personas vivas o difuntas y a los espíritus de cerros y pucaras que informan sobre las causas de los problemas existentes en las relaciones interpersonales.

Para la consumación de sus creencias religiosas y el cumplimiento de sus rituales tan arraigados, como ya es de conocimiento general, los aymaras tributaban culto a sus divinidades, interpretando el sistema egocéntrico que considera que la tierra era el centro del universo y que el Sol giraba alrededor de ella; daban mayor valía al astro rey por recibir de él tantos beneficios como la luz, el calor y por posibilitar la vida de todos los seres. Entonces ya tenían idea de la división del año en doce meses y cuatro estaciones, dos principales que son: “Jallupacha” (época de lluvias), y “Autipacha”, (tiempo seco o despejado), y dos intermedios: “Satapacha” (mes de la siembra), “Llamayupacha” (mes de la cosecha).

Este es el calendario aymara completo:

Mes              Denominación             Significado

1er. Mes_____Willka___________Mes del Sol

2do. Mes_____Q’uchu___________Mes de sacrificios

3er. Mes______Sata_____________Mes de siembra

4to. Mes______Khunu___________Mes del dios Nieve

5to. Mes______Antaru Alpaca____Recordación de la sequía

6to. Mes______Qhapaxa Paukara__Fecundidad de la tierra

7mo. Mes_____Willka Kuti_______Cambio de dirección del sol

8vo. Mes______Jallu Warta_______Mes de lluvias torrenciales

9no. Mes______Anata____________Mes de los juegos

10mo. Mes____T’arwa Yavi_______Parvas y esquila

11er. Mes_____Llamayu___________Mes de la cosecha
12do. Mes_____Armuray Qhasiwi___Mes de la música o regocijo
Además las fiestas principales se celebran teniendo en cuenta los solsticios y equinoccios, las fases de la luna como: “Jairi” (Luna nueva), y “Urt’a” (Luna llena), días propicios para realizar sus ceremoniales acostumbrados, sobre todo de los “Wayt’iris” o “Laicas” (brujos), que parecen dominar la magia negra y hablar con los espíritus malignos. Al parecer, durante la época precolonial, los aymaras celebraban tres fiestas anuales: “Maraqallta”, el comienzo del año que era el 21 de junio, “Chikamara”, medio año, y “Maratukuya”, fin de año; todo en conmemoración al Tata Inti, la Phaxsi mama y la Pachamama.
Entre los monumentos y las ruinas arquitectónicas más importantes que hasta hoy se conservan en Tiawanacu y que tenían estrecha relación con las creencias y la religión se tienen:
La Fortaleza de Akapana -. Colina artificial construida en forma de pirámide, de 15 m de alto, 180 m de base y 140 m de ancho, que probablemente servía para rendir culto a las divinidades.
El Palacio de Calasasaya -. Recinto cuadrado con graderías, en forma de teatro, con unas ranuras en sus paredes, que posiblemente representen algún mensaje. Se dice que a la vez fue palacio de justicia; según algunos cronistas es el lugar donde ejecutaban sacrificios humanos; esto hace suponer que Tiawanacu fue un centro político y religioso de importancia.
La Puerta del Sol -. Monumento de piedra tallada de una sola pieza, que tenía por finalidad marcar el calendario aymara, lo que hace suponer que tenían grandes conocimientos de astronomía. En el friso tiene figuras que parecen guerreros o sacerdotes que rinden culto al Sol.
El Templete semisubterráneo -. Patio ligeramente rectangular de 28 x 26 m, restaurado recientemente. No se conoce su destinación.
Los Monolitos antropomorfos -. Piedras talladas finamente de una sola pieza, que tienen apariencia de hombres sentados. Los más importantes son el Bennett de 7.44 m de altura por 4.66 m de ancho y otra de 12 x 2.5 m, cuyo peso se calcula en 200 toneladas. Se desconoce su mensaje.
Con todo lo descrito, Tiawanacu fue la capital metrópoli aymara por excelencia. Por esas monumentales construcciones ha sido denominada “Tuncapuncu” (diez puertas). Por otra parte se concluye que el verdadero nombre de la metrópoli es “Chucahua” que quiere decir fortaleza; otros lallamaron “Taypikala” (piedra central). Incluso hay quienes sostienen que Tiawanacu deriva de dos vocablos aymaras: “titi – huahuanaca”, que quiere decir hijos del jaguar, y “thia – hunacu” que quiere decir “siéntate huanacu”, frase con la que cierto inca habría invitado a sentarse a un veloz Chasqui (mensajero).
Los aymaras distinguían muy bien el cuerpo y el alma, la vida presente y la otra, por lo tanto sus creencias estaban asociadas con el día de la conmemoración de los difuntos (Todos Santos). El “ajayu” (alma o espíritu)... hasta el presente es considerado segundo dios, con grandes influencias en todos los quehaceres de la vida actual. Por estas mismas razones suponemos que en los antiguos reinos Kollas construían torres funerarias llamadas “Chullpas”, para enterrar piadosamente allí a los difuntos, junto a sus pertenencias personales como objetos de cerámica, topos, prendedores y herramientas de cobre junto a sus despojos, pero después de constituidas las naciones y los pueblos en todo el ámbito cordillerano bajo la influencia colonial, hoy enterramos a nuestros difuntos en los camposantos y cementerios expresamente construidos para el efecto.
Existen vestigios de chullpares en varios lugares del altiplano de Bolivia, que posiblemente datan desde los primeros siglos de la era cristiana; aunque lo más probable es que hayan sido culturas mucho más primigenias, que por devoción a sus difuntos, acostumbraban depositarlos en casas tumba como las que vemos en el sector antiguo de Karankas, que son construidas de barro y paja amasada, allí no encontraremos de adobe, lo que hace suponer que en ese tiempo no conocían el arte de la fabricación de adobes; en los lugares pedregosos los hay también de piedra.



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